JAPÓN NOS ENVENENARÁ A TODOS: AUTORIDAD REGULATORIA JAPONESA, AUTORIZA EL VERTIDO DE AGUAS RADIOACTIVAS EN EL MAR.

Con el silencio cómplice de los Estados Unidos, la Unión Europea, los cientos de miles de pseudoambientalistas de oportunidad y países con acceso al Océano Pacífico, entre ellos México, ha sido informado que las autoridades de energía atómica en Japón ha autorizado que las aguas radioactivas, producto del error y mal manejo de la crisis de la planta nuclear de Fukushima, sean descargadas en el mar.
Dicha situación, que en sí misma representa la socialización global, de un error privado (porque la planta era propiedad de una empresa privada), es una amenaza a la salud pública internacional, ya que no se tiene ni la más remota idea de los efectos que dicha contaminación tendrá para el ecosistema marino, en primer lugar, para la alimentación humana y para la recreación, ya que quienes vayan a la playa, se estarán bañando con aguas que no sólo contendrán deshechos humanos, o químicos nocivos, sino también residuos radioactivos, con efectos en el mediano y largo plazo, como la proliferación de distintos tipos de cáncer, alteración del material genético humano y posterior nacimiento de infantes con enfermedades raras e incurables.

Lamentablemente, la radiación no es azúcar, que se puede diluir en agua, sino un tipo de contaminación que no desaparece y cuyos efectos perdurarán en el medio ambiente por siglos, sino es que por siempre.

Tendremos así, que Japón no sólo tiene en la mira a las ballenas a las que asesina con base en argumentos sin sentido y profundamente mañosos, sino que ahora, se cargará al ecosistema marino en su conjunto, porque, ni modo, lamentablemente el mundo sólo es uno y lo que mañana tirarán en Japón, pasado amanecerá en las playas de México, Estados Unidos, Brasil, Chile, Perú, Colombia o Ecuador.

Queridos lectores, estamos por ser parte del peor desastre ecológico de la historia de la humanidad y lo experimentaremos por todos lados, desde el momento en el que vayamos a una playa, hasta la simple cotidianidad, de abrir una lata de atún.

Los políticos japoneses deberían contener esa agua o beberla, ellos, sus familias y descendientes.

Fuente: Global Times

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