Por fin sucedió.
Después de una serie de descalabros, de ser atrapado en un buen número de mentiras, de ser acusado de corrupto y de haber puesto el nombre del Reino Unido en el más sucio de los lodos (hasta el momento), el Boris Johnson, ha dimitido al cargo de Primer Ministro, luego de un agónico miércoles 06 de julio, en el que el bufón de Downing Street, pudo observar como su gobierno se desmoronaba frente a los ojos del mundo entero.
Las generaciones recientes no tenemos memoria de un suceso como el anterior, en el que los miembros de un gabinete y de un gobierno entero insten a su jefe a renunciar a un cargo, para el cual, ciertamente, no estaba ni remotamente preparado, ni en lo político, ni en lo diplomático, ni en lo personal.
La llegada de Boris Johnson, representó la entrada de un horrendo elefante a la casa del Primer Ministro del Reino Unido, algo así como un Trump en la Casa Blanca o un repugnante Vicente Fox en los Pinos, un fracaso en forma y fondo que hoy deja a su país sumamente comprometido y en vísperas de una recesión económica cuyo alcance no puede ser, ni siquiera medido.
Finalmente, este día, 07 de julio de 2022, uno de los capítulos más vergonzosos para el Reino Unido ha concluido, en medio del caos y la polarización política, social y económica, luego de que Johnson anunciara su intención de permanecer en el cargo hasta el otoño, situación que ha comenzado a generar molestia y preocupación, ya que la mayoría de los conservadores, laboristas y el público, consideran que su renuncia, debería tener el carácter de inmediata, a fin de comenzar a resarcir las heridas que Johnson dejará abiertas.
Próximamente, veremos el ascenso de un nuevo primer ministro, que deberá enfrentase a una gran cantidad de presiones, tanto internas como externas, debido al aún no concluido proceso de salida de la Unión Europea, así como, al conflicto en Ucrania y las consecuencias del mismo en todo el continente europeo.
Finalmente, en el Kremlin ven con paciencia el cortejo fúnebre de la carrera política de Johnson, quien auguró para Rusia, lo que hoy sucede en la Gran Bretaña.
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