Hace apenas unos días, el Primer Ministro británico, Boris Johnson, se mostraba jocoso y alegre en una reunión del G7, pero hoy todo parece cambiar, luego de que el escándalo sexual protagonizado por Chris Pincher, un diputado protegido por Johnson y Teresa May, fuese citado como la causa detrás de las renuncias simultáneas del Ministro de Economía, Rishi Sunak y del Secretario de Salud, Sajid Javid, quienes manifestaron no poder continuar en el gabinete descabezado por Johnson, por motivos de ética y respeto al pueblo británico.
El escándalo sexual comenzó la semana pasada, luego de haberse hecho públicas las acusaciones en contra de Pincher, realizadas por dos hombres que manifestaron haber sido tocados y acosados, sin su consentimiento, durante una fiesta en un club privado de Londres. Dichos casos, se sumaron a otros destapados en el año 2017, por otros varones, entre ellos, un ex atleta olímpico.
En sus cartas de renuncia, los ahora ex funcionarios, declararon que el pueblo británico merece un gobierno que pueda liderarlos, con una base de respeto e integridad, cualidades que Johnson definitivamente no representa y cuya actuación, además de afectar al partido conservador, debería ser razón suficiente, para que Johnson continúe en el ejercicio de sus funciones.
Es cuestión de tiempo, para que el mundo vea salir de Downing Streer, para jamás volver, las chiches aguadas de Johnson, quien con su incompetencia, falta de talento y respeto, pone en jaque (o más bien da mate), a la retórica ejemplar del Reino Unido, en cuantos foros ha participado recientemente: el G7, el G20, la OTAN y su participación en la guerra contra Ucrania, mientras lanza su país en las garras de Von der Leyen, que hoy se lame los bigotes, ante la posibilidad de una crisis que permita la dar la vuelta al Brexit, mientras se escuchan por la tierra entera las risas que salen del Kremlin y de Pekín.
Fuente:medios
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