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De acuerdo con un artículo publicado por The Guardian, afortunadamente, la pandemia no sólo ha generado una nueva ola de gordos que se la han pasado jugando al chef durante casi un año, sino que ha servido para la generación de una nueva generación de bellos y bellas quienes han sabido aprovechar el tiempo del confinamiento, para sanar las heridas e inflamaciones de las cirugías estéticas a las que se han sometido.
De acuerdo con los especialistas consultados por el diario, lo anterior puede deberse al hecho de que ante la falta de interacciones sociales, muchas personas se han dedicado a observarse a sí mismas (y no, lamentablemente, no desde un punto de vista filosófico e introspectivo) para encontrarse aquellos defectos que el día a día, la rutina y la falta de tiempo, les habían ocultado. Así, de repente, la gente tuvo tiempo para verse los dientes, la boca, la nariz, las arrugas, etc., con mayor detenimiento y decidió hacer algo al respecto.
Lo anterior, puede tener varias lecturas: la gente no lee, no se cultiva, ni le interesa cultivarse. La gente está atrapada en las profundidades del consumismo y entre los suaves (pero ajustados) lazos de la superficialidad, la gente es incapaz de detenerse para echar una miradita hacia su interior o bien, la gente es muy lista y, en su astucia infinita, ha sabido aprovechar el tiempo para, el día en el que podamos estar libres de cubrebocas, poder lucir una nueva nariz, boca y dientes cautivadores que sirvan para embellecer al mundo con su sola existencia.
Y, en fin, el caso es que el cambio se note y no hay nada más notorio que lo cosmético, aunque por dentro sigamos siendo las mismas (o aún peores) ruinas de las que éramos antes de la pandemia.
Fuente: http://www.guardian.co.uk